Copa del América del 2024: hay barcos que vuelan

2022-11-01 14:40:42 By : Mr. Lester Choo

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Matías Bühler, miembro del equipo de pilotos del Alinghi Red Bull, el jueves en el Port Vell de Barcelona 

–Mire esto –me dice Matías Bühler (39).

El maniquí descansa en una esquina del restaurante Velissima, en el Port Vell, allí donde la gente del Alinghi Red Bull ha citado a La Vanguardia.

Se supone que el maniquí viste como el tripulante de un equipo de la Copa del América. Lleva un casco, un chaleco antibalas (sí, antibalas), un cuchillo para cortar cuerdas en caso necesario, una bombona de oxígeno y un radiotransmisor.

Un momento, ¿así es como luce hoy un regatista?

–Así es como se viste hoy un regatista –insiste Bühler–. Es que en la actualidad, las embarcaciones de la Copa del América casi vuelan. Son como toros a los que debes domar. Y se aceleran hasta los 50 nudos (alrededor de 80 km/h). Y si te despistas, puedes salir disparado. Imagínese, caer al mar a esas velocidades...

Antes, hace diez o doce años, los tripulantes de la Copa del América lucían otro aspecto. Llevaban gorra y polo y la piel tostada, y de esa guisa se aupaban a sus embarcaciones, cuyas velocidades apenas superaban los quince nudos.

Un técnico trabaja en el mantenimiento del Alinghi Red Bull. Las características de la embarcación, que descansa ya en un hangar del Port Vell, se mantienen en secreto 

Matías Bühler tiene el aspecto de un tripulante del presente.

Es flaco y atlético y pausado y es suizo, aunque su castellano está argentinizado, pues había nacido a las afueras de Buenos Aires.

Bühler, miembro del área de pilotaje, me cuenta que lleva trece años en España y que ha acudido a cuatro Juegos Olímpicos, todos los que van desde Pekín 2008 hasta Tokio 2020, a uno de ellos como regatista (Río 2016) y al resto, como entrenador.

También dice que ahora se siente en el centro del mundo: forma parte del Alinghi Red Bull, uno de los cinco equipos confirmados para la Copa del América del 2024, título que defiende el Team New Zealand.

La Copa del América que se celebrará en Barcelona.

–La mayoría de navegantes competidores sueña con una oportunidad como esta. La Vendée Globe, la Ocean Race, los Juegos Olímpicos, la Copa del América... Y yo estoy aquí –me dice Bühler.

–Esta es la F-1 de la vela. Y quien entra en un equipo se centra en pilotar. En su agenda diaria ya no está el buscar patrocinios o hablar con las federaciones. En la Copa del América, los presupuestos son altos y están garantizados.

(según algunos, la Copa del América es el tercer evento deportivo más seguido del planeta, tras los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo de Fútbol)

La gente del Alinghi Red Bull ya se ha instalado en Barcelona. Algunos de sus miembros comparten apartamentos y descienden pedaleando desde el centro de Barcelona hasta el Port Vell, cuyas aguas surcan y testean.

En la tarde de este jueves, La Vanguardia ha podido auparse a una nave auxiliar del Alinghi Red Bull. Navegamos las aguas que acogerán la Copa del América, de aquí a dos años.

Avanzamos a 35 nudos y el mar está revuelto y la nave se agita.

–¿Y el barco de competición? –le preguntamos a una responsable de comunicación.

–Está en el hangar, en mantenimiento. Se lo mostraremos por unos instantes, pero no me tomen fotos desde esta posición o aquella otra...

El Alinghi Red Bull, durante un entrenamiento en las aguas de Barcelona, el 12 de octubre 

Àlex Garcia, el fotógrafo, obedece. 

Antes de que saliéramos a navegar en la lancha, ha tomado unas pocas fotos del barco titular. Jamás se acerca demasiado a la embarcación, evita las imágenes comprometedoras.

Los datos y las características de las embarcaciones se manejan con cautela. Como en el F-1, ingenieros, pilotos y mecánicos firman documentos de confidencialidad.

La Copa del América le ha puesto coto al espionaje. En otros tiempos, los buzos aprovechaban la noche para sumergirse entre las sombras, cuando nadie les veía, y tomar imágenes de los rivales. Aquello comportaba denuncias e incluso riesgos, así que la organización había decidido asumir el control.

Cuando una embarcación sale a navegar, suele hacerlo escoltada por una embarcación de los organizadores. Son estos, los organizadores, quienes toman datos e imágenes y las comparten entre los aspirantes al título.

Hasta ahí se puede espiar, no más: es un espionaje reglado.

Nicolás Bailey, ingeniero aeronáutico del Alinghi Red Bull, me subraya su cargo: ingeniero aeronáutico.

Nicolás Bailey, ingeniero aeronáutico del Alinghi Red Bull 

Cuando estudiaba, me cuenta, se había especializado en la ingeniería aérea, que no en la naval.

–¿Y qué hace usted aquí? ¡Esto va de barcos! –le comento.

–Bueno, en el equipo, la mayoría de ingenieros son navales. Pero la aeronáutica también cuenta. Cada vez más. Hoy, los barcos casi vuelan. Y hay que analizar diseños vinculados a la aeronáutica para estabilizar los barcos y sus velocidades.

Y me habla de la cavitación, que es el efecto hidrodinámico que se produce cuando se crean cavidades de vapor en el agua, como cuando la nave se eleva y la arista afilada (la quilla) apenas roza el mar.

–Si la aeronáutica cobra tanta fuerza en la navegación, ¿hacia dónde va la Copa del América? –se le pregunta–. En diez años, ¿veremos barcos navegando a 100 nudos...?

–Bueno, en eso estamos los ingenieros: tenemos que averiguar hasta dónde podemos mantenerlos estabilizados.

Pero, ¿de dónde sale la tracción para navegar?

La tracción la pone el power group, los generadores de energía, cuatro tripulantes que reman o pedalean, según decida cada equipo. En el Alinghi Red Bull hay un ciclista en pista que había sido olímpico. El Ineos británico busca reclutas en su escuadra del UCI Pro Tour.

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